miércoles, 23 de mayo de 2012

Somnolencia del cielo


En las antípodas
de la luz y el alba,
un azul profundo.

La pupila nublada,
la córnea ahogada
en el agua,
el cristalino desgarrado
por el viento:
agoniza la forma.

El ojo despierta
aletargado,
no acierta a definir
los límites,
y los labios,
no pueden proferir
el sonido
de un nombre.

Tras la ventana
el refugio abriga,
y a la distancia,
el oráculo calla
lo que se oculta,
tras la luz.

Precipitadas las gotas
en el cristal,
el color se eterniza
sin objeto y sin figura,
juego de espejos
donde lo sólido
vuelve a su evanescencia
infinitamente.

Agua y bruma,
noche del día,
silencio de la forma:
pura escucha
del atisbo.


Adentro,
en el silencio,
ojos inundados
de azul noche
pétreos labios,
la figura desfallece
y alumbra
más que la fiel nitidez.

El azul celeste
sucumbe
en la niebla,
y vencen las sombras
al mediodía.

Pasos de caminante vacío
no naufragan más
en espacios innúmeros,
adentro
arde el contraste
ausente
en la luz cegadora.

Quietud de la noche
sosiego de madrugada:
los claros citadinos.






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