sábado, 27 de agosto de 2011

Temazcal


Al Señor escultor de Montañas y su lugar 
(Tepetl-Postecqui-Tlán),
a los ancestros y maestros,
a mis guerreros de camino.



Atrapado en el pesar oscuro
de los trabajos y los días,
preso de la negrura lineal
que asciende por la pendiente de Sísifo, 
no sé de la renovación
ni de la calidez mágica de la caricia,
no recuerdo el misterio del contacto, 
tan solo la rueda que se atasca
en soledad profunda.


Casa del aliento
                                                        ¡Oh Temazcalli!
pétreo loto floreciente,
en ti la sombra es luminosa
y el lodo se purifica,
fuego y agua
                                                    ¡Atlachinolli!
reconciliación de opuestos;
la mezcla de la vida y su secreto
                                                ¡Ome-teotl!
dos energías. 


Entro, 
atado y enlodado,
salgo renacido de los elementos
por la alquimia: agua, fuego, aire y tierra.


Asciendo, 
no me clavo más en la contracción
de rueda detenida,
expansión aligerada en celebración,
rito festivo en comunión.


Temazcalli,
no es la negra línea que desfallece,
es la luz del calendario,
el ritmo de los tiempos, 
el contrapunto fulgurante,
y vuelve cada luna llena 
a veces llega con la luna nueva
a veces con la creciente,
pero nunca mengua. 




[Publicado en Radiador. Fanzine Digital de Literatura, No. 8
http://issuu.com/tallerdesensibilizacion/docs/radiador_-_no.8]

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