lunes, 20 de agosto de 2012

Sanación

Sangre y entrañas
fango ematoso,
sangre y tierra,
cuerpo y sensación.

Dentro,
se libra una batalla,
tan solo miro y siento,
sólo observo,
mi cuerpo es arena
preso de las fuerzas,
yo no quiero.

No hay más que espera,
no hay más que escucha,
para que la cura llegue
y la luz se abra paso
y descomponga el coágulo.

Si yo quiere,
los órganos se petrifican,
se tensan y revienta,
se secan y mueren.

No hay más que escucha
y entonces,
la luz penetra
el pesar profundo de adentro.

Shavasana

No voy a ninguna parte
solo pastoreo la tierra,
recorro el viñedo
de ida y vuelta
recolecto las uvas maduras
los ojos iluminados
simplemente a la espera
del azar.

Me siento,
no voy a ninguna parte,
solo siento el peso de los días,
no quiero saber de pasado ni futuro
solo el destello que relumbra,
los miembros sueltos,
yo no quiere nada,
no quiere siquiera sostener
sólo fundirse con la tierra,
que ella sostenga,
que ella devore y anule,
que ella reintegre y reconcilie,
quiere sentirse soportado,
sostenido,
saber del no-esfuerzo,
morir por un instante
para despertar aliviado,
vivir como un muerto vivo,
sin esperar nada,
vacío,
aliviarse del peso de la historia,
desasido del peso de las generaciones,
en paz en el ojo de agua,
redimido en la nada
del silencio anterior a la palabra,
en la energía primordial
impulsora de la profusión de formas,
antes de lo visible,
en la oscuridad en la que relumbra
un instante.

Suelto los miembros
sabio cadáver,
luminoso cadáver,
me recuerda el cuerpo
y el peso de lo existente,
muero para renacer aliviado
hado incomprensible
fluyo no queriendo,
no asiendo,
simplemente tendido,
hundidos los pies en la tierra.